Día cinco.
Esto en la contestadota de Odette:
“Las agencias del correo han desmejorado, por eso he dejado de escribir cartas. Mi estilo también ha desmejorado: ese insecto dentro mis manos (sin tus manos). Cualquier excusa sería conveniente para no escribir cartas, y sobretodo no enviarlas. Pero escribir una carta y no enviarla es volverme esa gente que tiene un billete guardado en la billetera y que no lo gasta, porque cree que es de buena suerte. Gente que cree en horóscopos, que se confiesa ante sacerdotes o confía en los señores del clima. Yo te he dicho que desparecer de vez en cuando es bueno, pero....”
¿Te das cuenta de que nos hemos abandonado en silencio? He ido sacando mis camisas de tu memoria, mis ojos inubicables, el saco, algunos pares de zapatos y la ropa interior; me he llevado la colonia, la música en algunos discos, mis libros. Y tú lo sabías todo el tiempo. No dijiste nada, como yo no dije nada al mudarme de ti, de toda tu memoria. Nos hemos abandonado como cuando los adjetivos desaparecen en la corrección de lo redundante. Y no me duele, en serio que no; pero me siento equivocado y hasta lo escribo. ¿Por qué has dejado que te abandone sin decirme nada? ¿Por qué me fui Odette? Es necesario pisar otras tierras, es cierto. Pero entonces qué tierras habíamos hallado nosotros.