Día nueve.
Apoyada de codos en la ventana
observabas los caminos que tomaban los peatones
como una Diosa del Sétimo Piso
que lo guiaba todo con una mirada.
Pero Nadie te creerá.
Como Diosa que eres sentirás que te rezan en vano, que no podrás cumplir milagros cada octubre, los niños seguirán muriendo dormidos en una calle calentada por el sol, continuarán las fallas técnicas en el Laboratorio Experimental de la NASA, los pájaros transmitirán enfermedades a los humanos de generación en generación, y padecerán a tus pies sus impúdicas náuseas. Grandes buques naufragarán en los océanos y nadie se salvará del Apocalipsis, las madres dejarán de concebir hijos, no evitarás que el tiempo empolve las grandes ciudades, ni que rabiosos perros muerdan a los chicos en un parque, o las complicaciones en los aterrizajes forzosos. No obtendrás fórmulas para el cáncer, ni serás la que nos libere a todos de nuestros más sensatos pecados.
Diosa del Sétimo Piso
que se crucifica ante todos
abriendo las ventanas de par en par,
Nadie te creerá.
Hacia la noche salimos a caminar, empolvados de aburrimiento y cenizas de tabaco quemado. Escapamos por las escaleras de escape. Era el primer día de luna llena, pero Lima como siempre, y sus nubes atadas unas a otras ocultando el cielo como es.
- Acá se fabrican las nubes, ¿verdad? – a otros le parecerías tan tonta. Pero sí Odette, los limeños las fabricamos y luego las importamos a las grandes ciudades, Milán, Berlín, Nueva York; luego ellos nos las venden a mayor precio… pero los chinos, Odette, ya sabemos lo que hacen.
- No sé, sinceramente no lo sé. – pero sí lo sabía, ya ves, las importamos.